Ernesto Lecuona
LECUONA, EL GENIO Y SU MUSICA(Selección del libro)
AutoresJosé Manuel Castellano Gil y José Fernádez Fernández
Cuando hablamos de Ernesto Lecuona nos remitimos automáticamente a sus éxitos como pianista o a susmás inmortales composiciones -Siboney, María la O, La Comparsa, Malagueña, etc.- pero aquel que fuera un insigne compositor o un intérprete de los mejores del mundo, era también un hombre marcado por un tiempo y un espacio. Lecuona era a la vez que intérprete de lo mejor del clasicismo europeo, el atrevido artista que supo incorporar la cubanía a la concertística mundial; a la vez que un pianista que como nadie interpretó a los mejores y más difíciles autores de todos los tiempos, el promotor de la raíz de su cultura en una simple canción o en un ritmo que, aunque pareciera intranscendente, sumaba los motivos de su memoria como ser humano.Claro que Lecuona no fue iniciador de las vertientes cubanas de la música. Miguel Faílde, creador deldanzón -el Baile Nacional de Cuba- realizó un primer y muy valioso acercamiento a la visión de una músicapropia. Otros como el propio White o Igna-cio Cervantes extenderían el camino un poco más. Y extenderían el camino cada cual con sus pasos, como para que hasta hoy, por ejemplo, las danzas deCervantes sean de obligada referencia en Cuba. Pero todavía la influencia europea era tan fuerte como para que podamos decir que la auténtica músicacubana -que entonces se creaba a golpes de tambor de barracones y de "punto" campesino desperdigado por las guardarrayas-, se hallaban ausente de la gran cultura. O para decirlo en términos modernos, que ladife-rencia entre las culturas centros y las culturas periféricas, en el caso cubano, significaba que loauténtico era, precisamen-te, lo periférico. Faltaba que el son de Oriente se hiciera presente, que losmotivos afro llegaran a la zarzuela y a la música de conciertos, que los pregones y las figuras vernáculasocuparan un espacio impor-tante y que el mundo de los "salones elegantes" de La Habana aceptara que Cuba y su música estaba, también, más allá de las murallas.Y, en el primer cuarto del siglo XX, surgirían los Grenet, los Simons, los Lecuona, para cubrir esanecesidad de reconocimiento de una parte de la identidad de la mayor de las Antillas. Para nosotros,ese es el principal de los méritos de Lecuona. Cierto que fue la mejor mano izquierda que acariciaba conelegancia y estilo las sensibles teclas del piano, que nadie como él interpretó Rhapsody in Blue, la genialobra de Gershwin, o que Liszt, Chopin, Dvorak y otros grandes autores tuvieron en Ernesto a un intérpretefuera de comparación. Pero él, Lecuona, fue más que eso, fue el autor de lo más inmortal de la músicacubana, además de ser el creador de amplia visión de su cultu-ra, capaz de asumir el nacionalismo musicalcubano con plena conciencia de ello. Y por si fuera poco, había en él una buena persona, acaso su mayorcualidad. Nace Un GenioQue Ernesto Lecuona estuviera desde siempre matizado por haber sido un niño prodigio es una verdadabsoluta. Aunque muchos de aquellos infantes con habilidades extraordinarias no llegaron nunca a nada yotros virtuosos, por el contrario, pasaron la primera parte de sus vidas sin glorias, para llegar a serdespués hombres de talento, en este caso particular, desde niño a adulto, Lecuona pasó siempre por ser elprodigio mismo de la creación y la ejecución de la música. La casa paterna, imbuida de la cultura y la creación, era un lugar ideal para desarrollar las dotes que le llegaron desde siempre. La casa natal del Maestro hoy no existe, fue demolida en 1973 y en su lugar hoy se haya un aparcamiento, pérdida indiscu-tible para su natal Guanabacoa. Allí, en el número 7 de la calle Cerería (después Estrada Palma), nació Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona y Casado .Según uno de sus biógrafos, quien fuera además su amigo, el intelectual Orlando Martínez, recogió unatradición oral guanabacoense que dice que a los cuatro o cinco días de nacido, entró a ver al hermoso niño (pesó al nacer 12 libras, esto es, más de cinco kilogramos) una negra limosnera quien, al pararsedelante de su cama dijo: "Dios te bendiga, genio" . Todos asumieron la admiración de la mujer por eltamaño del recién nacido. Con los años, al ser Lecuona el iniciador de la visión auténticamente cubana de los valores afrocubanos en nues-tra cultura, se le ha dado a aquella visita otras explicaciones. Nadie sabe, pero lo cierto es que la primera persona que vio un genio en Ernesto Lecuona fue, precisamente, una negra pobre y desamparada de su natal Guanabacoa. Tenía doce años Lecuona cuando estrenó su primeraobra, la marcha tow-step "Cuba y América". Hay estudiosos que hablan de los once años que teníaentonces, pero fue en 1908, es decir poco antes de cumplir los 13 años. Estaba influido, al decir deOrlando Martínez, por haber ocurrido en enero de ese año un concurso de bandas de concierto en La Habana. Poco tiempo después fue estre-nada aquella primera pieza compuesta por Lecuona, por parte de la Banda del Cuerpo de Artillería que dirigía el también gran músico cubano José Marín Varona.Después, el propio Marín Varona llevó la obra a los Estados Unidos. Entre las casas editoras musicales deNueva York, una editó y divulgó la pieza, lo que significó un estímulo al joven talento que se daba cuenta así que su futuro en este campo de las artes no era tan incierto. El niño Ernesto estaba recibiendo una educación valiosa por entonces. La familia, a pesar de la muerte del padre, trataba de ofrecer la mejor instrucción posible al último de los Lecuona. Estudió en el Colegio Hoyo y Junco y después pasó a El Siglo XX, que estaba dirigido por José Joaquín Llerena, en lo que fue su última escuela de educación general.Simultáneamente su hermana le enseñaba música hasta que pasó a estudiar con otros profesores para llevar adelante sus conocimientos en esta especialidad. No cabe duda que también la familia se dio cuenta desde sus primeros pasos que el mejor futuro para Ernesto estaba en el mundo musical. El niño Ernesto tenía razones poderosas para buscarse un futuro desde muy temprano. Cierto que su familia no era de las menos afortunadas económicamente, pero haber quedado huérfano tan tem-prano suponía un problema serio, agravado por el delicado estado de salud de su madre. Debía, entonces, buscar ayuda para la economía de su casa. Comenzó a trabajar en el cine Fedora, de donde sacó también la precoz afición por este nuevo arte. Con su escasa edad -estamos hablando del año 1907-, dirigía al grupo musical del lugar y en los intermedios hacían instrumentales. Después pasó al Parisién, al Norma y al Turín. Posteriormente, en el cine Testar, musicalizaba películas mudas de la época con ejecucio-nes al piano. Estaba entrando, sin saberlo, en el mundo musical habanero, pues la gente comenzaba a hablar del muchacho, admirando sus habilida-des como músico ejecutante. Tuvo entonces la oportunidad de llevar a la escena del teatro Martí varias comedias musicales de corta duración, con libretos de Fernando Lecuona, su hermano. Las composiciones se nombraban Fantasía tropical, El Banquete del Gallego y Cuadros Nacionales. Este fue el verdadero inicio del Maestro como compositor para el teatro en los años 1908 y 1909. Tenía 16 años. Y llegó el turno a una de sus obras esenciales. La primera ejecución de La Comparsa no fue en La Habana, sino en el Teatro Sauto, de la ciudad de Matanzas, en el propio año de 1912. Años después, esa obra siguió recibiendo la más alta y justa valoración. Según ha escrito Omar Vázquez en el periódico Granma : Con ella, "el piano cubano quedó instaurado representativa y dignamente, en la literatura pianística de connotación universal", según opinión del musicólogo Odilio Urfé.Por entonces, mientras ejecutaba obras de los clásicos y creaba sus propias piezas, Lecuona no dejaba de estudiar bajo las orienta-ciones de Hubert de Blanck. Del Conservatorio Nacional de La Habana segraduaría el 9 de junio de 1913, con Medalla de Oro como se ha dicho, a los 18 años de edad.La música negra, marginada en la sociedad cubana de inicios de siglo, fue llevada a las salas de conciertopor Ernesto Lecuona. Fue desde el inicio. El futuro Maestro sabía de su destino y lo percibía cercano a suraíz. Hacer música, para él, sería siempre buscar en los orígenes la forma de hacer prevalecer loidentitario. Dígase lo que se diga, Ernesto Lecuona no sólo debe ser recordado como el gran músico que fue, sino, y esto es algo que no cede en importancia a lo primero, por haber llegado con la cubanía de la mano para hacer clásico lo propio, para dejar la huella de su música como identificativa de Cuba. Esa fue su mejor misión cultural, y la hizo desde sus inicios como artista.Ser del TeatroAños después -en entrevista para el Diario de la Marina concedida a Francisco Meluzá Otero-, Lecuonarecordaba sus primeras incursiones en la creación de música para el teatro. Su primera obra de este tipo,según sus propias palabras, fue :"Domingo de Piñata. Se estrenó en el año 1918 en el teatro "Martí", por la compañía de Velasco. El libretoera de Mario Vitoria. Después estrené "La Liga de Señoras", "El Portafolio del Amor" y "Jaque al Rey",opereta en tres actos. Hice la temporada del 1918 al 1919, una de las más felices del gran Velasco, queahora puso sus manos prodigiosas en el Ballet de las Flores de "Sor Inés".Domingo de Piñata llevó al frente del reparto a la bella triple Rosita Clavería y llegó a representar 200actuaciones en el Teatro Martí, por entonces La Habana tenía un importante prestigio cultural. Después deeste trabajo exitoso, mucho más valorable en un medio en que el joven Lecuona daba pasos importantes para sus 24 años, llegó La Liga de las Naciones , obra en la cual ofreció el papel principal a Eugenia Galindo y gracias a lo cual esta artista llegó a convertirse en una de las vedettes más importantes de su tiempo. Posteriormente, el joven maestro ofreció El Portafolio del Amor, con libreto de Chamaco Longoria, y después Jaque al Rey. Lecuona fue un "hombre de teatro", tanto por lo que aportó al universo de la música escrita especialmente para la escena, como por la influencia recibida de ese medio. Cierto es que, en una época en que la televisión no existía y el cine era algo que se iniciaba, el teatro asumía un criterio de éxito muy codiciado por los creadores. Pero, de todas formas y durante toda su vida, el Maestro dedicó a las tablas obras que están en lo mejor de su creación.En 1924 el joven compositor Ernesto Lecuona, en muchas ocasiones, era valorado más como compositor quecomo intérprete. Esto tiene un gran significado, pues era muy conocido por sus dotes pianísticas en lainterpretación de grandes obras del patrimonio musical internacional. Que fueran consideradas suscomposiciones a un nivel superior que sus ejecuciones al piano, era gran un mérito. Así comentaba TomásJúztiz en una crítica para el periódico habanero La Noche :Lecuona como compositor es en nuestro modo de sentir y apreciar más genial que como ejecutante, a pesar de ser grande y perfecto ejecutante, en cuanto cabe en lo humano; porque el maestro ha logrado darle forma a lo que estaba en la mente de todos nosotros, a lo que todos sentíamos y nos hacía palpitar de emoción sin poderlo muchas veces exteriorizar. "Se fue", "La Comparsa", y tantas otras composiciones de Lecuona son trozos de la vida nuestra llevados al pentagrama (.). Llevar Música A Otras TierrasLecuona siempre dejó clara su posición acerca de lo que pensaba sobre la defensa de su cultura. No erasólo, y estas palabras lo demuestran, un buen músico sino ya una personalidad de la cultura de su país y de Latinoamérica, orgulloso de sus raíces y promotor de su arte. El 25 de octubre de 1931, el periódico Heraldo de Cuba daba la noticia de que la Danza Lucumí, de Lecuona sería interpretada por la Armco Concert Band en la estación radial WLW de los Estados Unidos, en un homenaje que sería ofrecido al Maestro. La nota indicaba lo siguiente :Ernesto Lecuona, el inspirado compositor y maravilloso pianista cubano será objeto de un merecido homenaje por parte de la Armco Concert Band, perifoneadora de la American Rolling Mill Company, de Midletown, Ohio, en los Estados Unidos, en un concierto por radio que ofrecerá en la noche del 26 de octubre, o sea el próxi-mo lunes. La "Danza Lucumí", una de las inspiradas composiciones del maestro, será interpretada por la muy conocida organización musical citada, en su audición de radio por la estación WLW, de Cincinatti, Ohio, que como dejamos dicho tendrá efecto el próximo lunes día 26 deOctubre, comenzando el programa a las 9 de la noche, hora estándard oriental, o sean las 9.30 de la noche, hora cubana. Estos conciertos se trasmiten regularmente a la misma hora todos los lunes por lanoche. La obra que habrá de interpretar la Armco Concert Band es extraordinariamente distintiva de la música moderna. Está basada "dicen los comentaristas" en un tema de ayer, del pasado. Hace años, "agregan", los negros esclavos eran importados a Cuba de un territorio africano llamado Lucumí. Inspirado por las extrañas danzas nativas de esos esclavos, que han perdurado a través del tiempo, el maestro Lecuona ha escrito una notable y cadenciosa composición rítmica.Y es que en la presencia de su Guanabacoa natal en su obra, llena de los encantos afro de la cultura cubana y como representación de un universo mayor dado entoda la Isla, se encuentran muchos de los elementosdistintivos del arte de Lecuona. Un valor más, sindudas, para su obra la de hacer que, en un tiempo debrutales segregaciones raciales -tanto en Cuba como enEstados Uni-dos-, las élites de la cultura tuvieranque asumir como válidas las notables propuestas de uncubano pionero que llevó a los grandes medios, hastaentonces y aún después, la marginada y esencialherencia africana; herencia, por demás, capaz de serincorporada al clasicismo desde su propia raízmarginal. Varios años después, en entrevista al Diario de laMarina, el propio Lecuona hablaría sobre este tema conel periodista Fran-cisco Meluzá Otero. Y lo haría conel conocimiento del músico, del teórico, no sólo delque se sentía influido como artista, sino también delque había estudiado profundamente el tema y por tantocapaz de emitir juicios de valor. Aquellas palabras,dichas en época temprana y cuando muchos no seatrevían a enfrentar prejuicios propios de un tiempoinfeliz para la cultura cubana, realzan la figuraintelectual de Lecuona .Nuestra charla - indica el periodista- va hacia lamúsica negra. Entonces (... ) En aquella época seprohibía a los cantantes cantar otra cosa que no fuerade Puccini o Donizetti. Lo mismo que ahora se dice aun alumno de piano que toca a Cramer: " ¡ No vayausted a tocar la Damisela Encanta-dora !"-¿Existe la influencia de la música negra?-No hay tal influencia. Hay una raíz negra, que dioorigen a la música afrocubana. Y hacemos la músicaafrocubana porque la sentimos, porque está en elpueblo, porque se oye bien.- Existe una raíz india. ¿Verdad?- Indio, o mejor dicho, Siboney, no hay casi nada. Mi"Siboney" es fruto de mi fantasía, más que delhallazgo y del estudio. En 1939 realizó otra salida al exterior,para actuar en Puerto Rico. Allí lo hizo en el teatroParamount y en el hotel Condado..En el año 1941,Ernesto Lecuona terminó su zarzuela La de Jesús María,lo que ocurrió en una situación muy especial. A causade un accidente automovilístico- ocurrido el 1 dejunio-, y al tener una fractura en el brazo derecho,Lecuona sufría por las conse-cuencias que ello pudieratraer para su trabajo. Estando ingresa-do en laclínica La Inmaculada, en El Vedado, y bajo loscuidados del médico Luis Iglesias, terminó la obra.Por suerte se recuperó estrenó aquel año dichazarzuela. En 1941-1942 Lecuona realizó varias exitosasgiras internacionales. Sumaba a sus ya exitosasactuaciones en Chile, Uruguay, Puerto Rico, Brasil,Venezuela, Colombia y Centroamérica, otraspresentaciones, cada vez con mayor fama y mejorescondiciones para expandir la música cubana por nuestraAmérica.Los Tiempos FinalesApuntemos que el carácter de Lecuona no era variable.Los años lo hicieron, naturalmente, más maduro, peroen ninguna forma le privaron de su nobleza, de susdeseos de ayudar a los demás. Era, con la fama ya enel bolsillo, enemigo de las multitudes y prefería lasreuniones íntimas, con los amigos o con personas quepudieran aportar algo a la inteligencia. Con sufamilia lograba la mejor comunicación, de aquel apoyose enorgulleció siempre. Pero Lecuona era más que eso.Su carácter afable y sus maneras calladas de andar,sencillez inusual en las estrellas, le hacía tener laadmiración de muchos y, como es normal, la envidia delos menos.Por este tiempo de inicios de la década de 1950, yael Maestro era imprescindible al hablar de la músicacubana. Pero él, en vez de homenajes -que los tuvo-,se dedicaba a trabajar. Porque Ernesto Lecuona era unincansable trabajador, esa era su cualidad másvisible. Comenzaban los años cincuenta para elMaestro, quien ya contaba 55 años. En ese tiempoestuvo en el Teatro Principal de la Come-dia de Madridy después, a su regreso a Cuba, realizó otra gira porel interior. Al año siguiente, el 3 de septiembre de1951 murió su hermana Ernestina, quien fuera suprimera maestra de piano y, quizás, la que mejor vierasu futuro entre toda la familia. El deceso, ocu-rridoen La Habana, llenó de tristeza el corazón de Lecuona,tan apegado como estaba a su hermana mayor. Podemosafirmar que de las pérdidas de su hermana Ernestina,la de su madre y la de su amigo Sánchez Galarraga,estuvieron entre las que más le afectaron.En 1952 Lecuona era referente obligado entre loscompositores de la Isla -como ejecutor de sus obrasante los públicos del mundo y con la consiguientepopularidad, obtenida desde muchos años atrás- eraalguien que disfrutaba de un sólido prestigio que lohacía tener ascendencia sobre otros artistas y, lo másimportante, estimulaba a los talentos más jóvenes ylos ayudaba a salir adelante.El 20 de enero de 1952, Ernesto Lecuona recibió unmuy merecido homenaje nacional. Patrocinó la idea elentonces Ministro de Educación Félix Lancís. En unartículo, enviado desde Madrid por JoaquínAristiguetta, y citado por Orlando Martínez, se decíalo siguiente :Cuba debía este homenaje a su músico máximo del últimocuarto del siglo, por cuanto Lecuona paseó por todaslas fronteras el nombre de su patria. Lecuona hizocantar al mundo con acentos cubanos. Los que vivimosausentes, sabemos como las melodías de Lecuona hasconquistado para Cuba los corazones ajenos. Yo, queestoy en España, puedo decir que por las melodías deLecuona se ha entrado Cuba en el corazón de losespañoles al punto de que hoy no se concibe un soloespectáculo lírico en que no figure algún número"guaracha", o "conga", "son", o "rumba", enimitaciones de Lecuona. Y si, como bien decía Eça deQueiroz, "un soneto puede salvar a un pueblo delolvido", también una frase del pentagrama que prendaen el sentimiento de los demás, puede dar vidaperdurable al pueblo feliz que tuvo al poeta capaz deproducir el imán poético del pensamiento musical.Y si Lecuona tuvo genio para hacer que se amara a supatria desde todos los pueblos lejanos, bien ganadotiene que Cuba lo pague, a su vez, con el más grandeamor.Por eso, sumo el mío al de todos los cubanos, enocasión de este homenaje que se le debía.En 1953, de nuevo en Madrid, llevó a aquella plaza ElCafetal y María la O, donde fueron recibidas de unamanera extraordinaria. Ya la capital española esperabapor sus obras, por las que eran tradicionales en surepertorio y por las nuevas que pudiera crear. Es queLecuona, después de su cubanía defendida a toda costa,era en España donde mejor se imbricaba social yartísticamente.El 1 de agosto de 1954, el Maestro celebró sus "Bodasde Oro" con el piano y la música, con un granespectáculo en el Teatro Payret. El acto, desarrolladoa las 10 de la mañana, tuvo un programa con obras defiguras señeras de la música cubana, entre ellas,Sindo Garay, Jorge Ankerman, Antonio María Romeu,Eliseo Grenet y Eduardo Sánchez de Fuentes. Dirigió laorquesta Gonzalo Roig, quien, además, estrenó subolero Nunca te lo diré, en la voz de Esther Borja.Lecuona, por su parte, hizo la primera presentación desu obra Preludio en la noche.En 1955, Lecuona, junto a Gonzalo Roig como máximosimpulsores, creó la Sociedad Nacional de Autores deCuba. Ernesto tenía la Secretaría de RelacionesExteriores y era consejero de esta agrupación quefirmó ventajosos convenios con instituciones similaresde España, Estados Unidos, Argentina, Alemania y otrospaíses.Debemos, a estas alturas de la vida de Lecuonaanalizar que, como músico, a la vez que como persona,evolucionó, sin dejar nunca al pairo sus cualidadeshumanas. Aunque enormemente fiel a sí mismo y a suobra, no era el mismo de joven que de mayor. Esapreciable que la frescura de la juventud, aplicada aobras como La Comparsa o María la O, no es la mismaque años después, aunque en temas de calidad fue elmás uniforme de los creadores.Sus compositores favoritos, por ejemplo, eran alfinal de su vida Beethoven, Chopin, Debussy yGershwin. Sin embargo, en épocas tempranas sentía unaatracción enorme por Gottschalk, Ernky, Grieg y otros.Quizás el que estuvo entre sus favoritos desde siemprefue Debussy, pero esto es casi una conjetura. Locierto es que en su aventura vital, trató de estarcerca de lo mejor, de sumar a sí mismo la herenciauniversal más valiosa y de apor-tar a aquella lopropio.Respecto a lo que decimos, su biógrafo OrlandoMartínez establece tres épocas para clasificar sucreación: 1) De los comienzos a 1930; 2) De 1930 a1940 y; 3) De este año al final de su vida. Y abundaque a lo largo de su carrera hizo canciones de granbelleza, pero en las dos primeras etapas escribiójoyas cuyos méritos especiales no repitió después contanta abundancia. Este juicio de Martínez es una granverdad. Es que el oficio en el arte lleva implícitoque, a través del tiempo, supere a los elementos deinspiración del creador. Muchas veces oficio ycreación se enemistan y las obras tardías del artistason puras extensiones de su vida fértil. Claro que enel caso de Lecuona, su fertilidad musical fue de lasmás amplias .El nuevo tiempoAl triunfo revolucionario de 1959 Lecuona, quien veíacon pesar los desafueros de la dictadura batistiana-aunque siempre se consideró una persona apolítica-,regresó a Cuba desde los Esta-dos Unidos y organizó enel teatro Auditórium tres conciertos los días 23, 27 y30 de mayo de ese año. En junio de 1959, la ProductoraFílmica Continental S.A. de Cuba, elaboró un proyectopara realizar una película que llevaría el título deMalagueña, y que trataría sobre la vida de ErnestoLecuona. Este, como siempre, dio calor a la iniciativay viajó a los Estados Unidos para hacer gestiones afin de abaratar los derechos de sus obras de cara apoder realizar el proyecto. Al descubrirse que eranagentes del gobierno del dictador domini-cano RafaelLeónidas Trujillo tres funcionarios de la MutualBroadcasting System, ocurrió un escándalo políticointernacional que impidió la realización del film.Según Orlando Martínez, el cineasta Walfredo Piñera,asesor cinematográfico del Banco Agrí-cola eIndustrial de Cuba, fue uno de los más entusiastascolaboradores en aquella importante y frustrada idea.Por ese tiempo, además, el naciente GobiernoRevolucionario puso en circulación un sello de correoscon la cara de Lecuona y la partitura de La Comparsa.Y es que, precisamente la idea de hacer de lo cubanoalgo trascendente, se venía convirtiendo en ideal deldesarrollo de la cultura cubana desde entonces.Respecto a la participación de Lecuona en los eventospolíticos vertiginosos vividos en Cuba desde 1952 yhasta su muerte, ha dicho su amigo el músico y, yacitado, biógrafo Orlando Martínez :Ernesto Lecuona nunca disfrutó de ayuda de gobiernoalguno. Ni en su hogar ni en sus visitas alextranjero, permitió jamás que en su presencia semencionaran temas políticos de su país. En tiempos dela Dictadura de Machado- y solo con un fin artístico-,compuso en la clandestinidad el bellísimo Himno delPartido A.B.C., que compite en calidad con el similarde Amadeo Roldán.Como es sabido, Lecuona fue un producto del genio yesfuerzo propio. Por esta razón, y por su edad, no erasensato ni presumible que cambiara su sentido de lavida ni que renunciara a sus ideas religiosas...Al momento de su muerte, el periódico tinerfeño LaTarde informaba que :Desde su partida de Cuba a consecuencia de lasituación política de aquel país, pasó a Nueva York,luego a España, a la cual consideró siempre como susegunda patria, y fijó más tarde su residencia enTampa, Flo-rida.Respecto a las posiciones políticas, o, mejor, a laslecturas políticas que se han querido hacer de lapersonalidad y la obra de Ernesto Lecuona, bien quepasadas por alto a veces y otras exacerbadas, vale lapena hacer algunas apreciaciones, sólo para no dejar aeste trabajo en el campo de la oscuridad en este tema.Sucede que, para ser fiel al legado del Maestro eneste aspecto, se debe tener en cuenta que Lecuona nofue un hombre político. El mismo lo decía a susamigos. Ni aún en los más tristes momentos de lastiranías de Machado o Batista se proyectó con fuerzaen los temas políticos. Acaso cuando más cerca estuvode esto fue cuando creó -y valórese que lo hizoprincipalmente mediante su obra artística-, un himnodedicado al Partido ABC en tiempos de la luchaantimachadista.Por sus opiniones artísticas cercanas al rescate delo patrimo-nial cubano y su proyección en tanto queidentidad de la nación, es posible acercarlo -no sinun esfuerzo de análisis-, a co-rrientes tendientes ala izquierda. Pero esto no significa iden-tificacióncon postulados de ninguna clase en el contexto de lasluchas políticas cubanas en este convulso siglo XX.Más bien, y precisamente por lo que decíamos, fue sugran valor en el campo político llegar a criticar lano asistencia estatal a las artes en alguna que otraentrevista, específicamente en la década de 1950. Nadamás.Su arte fue la expresión de su personalidad. Lapolítica no estaba entre sus intereses, como tampococedió a presiones de tipo alguno para apuntalar aalguna figura del mundo del poder, ni solicitó uobtuvo ayuda estatal para ninguna de sus iniciati-vasculturales. Antes bien, puso su prestigio en funciónde ayudar a los artistas que se iniciaban, a lasbuenas ideas de elevación del arte y la identidadcubanos, esas fueron sus carac-terísticas esenciales yfueron buenos motivos de cubanía, acaso los mejoresque tuvo para legar su figura como intelectualim-prescindible para la cultura de hoy en la mayor delas Antillas.Lecuona no fue un "exiliado político anticastrista"como se ha dicho en algunos trabajos acerca de sufigura. El nunca hizo declaraciones agresivas encontra de la Revolución Cubana que triunfó en 1959.Las ideas acerca de esto las dijeron otros y laspusieron en su boca.Según una sobrina suya, casada con el crítico yperiodista ex-iliado Arturo Ramírez, Ernesto habíapedido que se le enterrara en su amada Cuba, cuandofuera libre de nuevo ; según el periódico Revolución,editado en La Habana, Lecuona había pedido serente-rrado en Cuba, a secas. Como se ve las partesencontradas en el acontecer político protagonizado entorno a Cuba desde 1959 tienen opiniones encontradasacerca de las posiciones del maravi-lloso músico.Pero él no hizo estas declaraciones, en ninguno delos sentidos citados, aunque, por su manera de ser, escasi seguro que pidiera que sus restos fueran llevadoa su país, al que amaba por encima de consideracionespolíticas. Por demás, nada tenía que agradecer a losgobiernos pre-revolucionarios, como no fuera ladesatención a su obra que, incluso en elcincuentenario de la República (en 1952), cuando acasopor única vez Lecuona pidió ayuda oficial para llevara escena su opera El Sombrero de Yarey, esta le fuenegada por las autoridades de turno, tanto lassalientes del gobierno de Prío, como las entrantes " ala fuerza" del gobierno dictatorial del FulgencioBatista.De otra parte en el análisis está su propia vida,Ernesto Lecuona era, al momento de triunfar laRevolución de Fidel Castro, una figura del artemundial, como no existía otra en Cuba. Regresó, comose ha dicho, y realizó actuaciones en La Habana. Peroél, a estas alturas, tampoco necesitaba nada delrecién inaugurado poder . No podía pensar, por otraparte, que a partir de entonces muchas de las cosasque había pensado en el campo de la educaciónartística se harían realidad.El Maestro tenía su propia vida, sus pensamientos ymétodos con los cuales no podía romper, ni queríahacerlo. Sus ideas reli-giosas -era católicopracticante-, sus amigos del arte que gozaban deprestigio, sus relaciones en el seno de la sociedadhabanera que, por fuerza, conocía, todo lo hacía noser un hombre a llevar a las nuevas condiciones que seinstauraban en Cuba. Por demás, no le interesabaentrar a la vorágine revolucionaria, pues, como hemosindicado, la política nunca le interesó para nada y élera para ese entonces alguien marcado por una vidalarga y exitosa con relaciones en intercambios,contratos, com-promisos contraídos fuera de Cuba ynecesidades artísticas que no entraría de maneranatural en los nuevos tiempos con el vigor de otrosque comenzaban.Lecuona vivía viajando, nadie podía a esta alturanegarle lo que había hecho hasta entonces, inclusoresidir en el extranjero o donde quisiese. Teníaamigos, colegas y derechos de autor logra-dos con sutrabajo que le permitían ir, trabajar, estrenar, enfin, hacer de su vida, ya en la cúspide de la gloriacreativa, lo que mejor estimase. Y no se le acosó,como se ha dicho a veces, ni existieroncontradicciones serias entre el poder nuevo y elmúsico.Al momento de su muerte, un amigo suyo, quien lohabía conocido años atrás en La Habana, el periodista"isleño" Felipe Lorenzo hablaba de Lecuona :...no hacía tantos días nos dimos un abrazo enTenerife. El Maestro venía de Florida, con emoción deexiliado voluntario...Indicaba el autor queHablamos de algunas cosas. Evocamos otras que noshicieron revivir horas gratas. Saltó Cuba con elinte-rrogante que la envuelve y la locura que laasalta...Lorenzo, evidentemente, dio su opinión acerca de laconversación sostenida con el Maestro. Dadas suscaracterísticas personales, es posible que hayaconversado de estos temas con el periodista, pero nopara ser publicado, lo cual sólo se hizo, precisamentepor la muerte del artista. Lecuona, persona deeducación y trato afable, de interioridades grandes ypocas revelaciones exteriores, es poco probable que sedejara llevar a temas no interesantes para él. Perotodo esto, lo que ahora decimos y lo que se dijo en sumomento, está en el campo de la especulación, así queno vale la pena abundar en ello.De todas formas, Ernesto Lecuona estaba por encima dela políti-ca. Su obra, iniciada en el tan lejano añode 1912 -como compo-sitor-, sus tiempos vivencialesamarrados a todo tipo de hura-canes vistos en sutierra caribeña y en otras riberas le confir-maronsiempre que su mejor papel era, precisamente, hacer delo cubano su forma superior de ver el arte, parauniversalizar las propuestas de la cultura antillana,más allá cualquier opinión política que, para él, notenía mayor interés.Lecuona se resiste a morirEn 1963 falleció el maestro Ernesto Lecuona en SantaCruz de Tenerife (Canarias). Si su padre nació y murióen aquella ciudad canaria, con una rica vida realizadaen Cuba, este gran músico comenzó en la Perla de lasAntillas su aventura vital y la terminó en el mismolugar que su progenitor. Pero su obra, genial comopocas, ha hecho una colosal resistencia al olvido.Los últimos momentos del Maestro eran previsibles.Fumador durante una gran parte de toda su vida, ya poreste tiempo su salud estaba quebrada. En mayo de 1963en la ciudad floridana de Tampa, Lecuona enfermógravemente, pero rebasó la crisis. Después pasó aEspaña por consejo médico.Fue a Santa Cruz de Tenerife y después pasó a Málaga,cuya Alcaldía le obsequió una casa en la playa deTorreledones, en gratitud por su obra Malagueña quetanto de espíritu expresó de aquella zona andaluza.Fue declarado también "Hijo Adoptivo" de Málaga.En correspondencia a aquellos gestos, donó a laciudad una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobrey logró que se diera una misa en la iglesia por lasvíctimas del ciclón Flora, que azotó a Cuba en aqueltiempo. Después regresó a la ciudad natal de su padre,Santa Cruz de Tenerife y se hospedó en el HotelMencey. Allí mejoró su salud, pero sólo fuemomentáneo. Según refiere Orlando Martínez :A las 11.30 de la noche del viernes 29 de noviembre de1963, el corazón que tan cercano a España habíalatido, se detuvo para siempre en aquella tierra deembrujo. Por una rara coincidencia, en esa fecha secumplían treinta y un años del sepelio de Hubert deBlanck, el maestro inolvidable.Según el certificado médico la causa inicial de lamuerte de Lecuona fue bronconeumonía, y la causadirec-ta asistolia por fibrilación ventricular. Almorir Lecuona, junto a él se encontraban Armando de laTorre, su secretario particular; Gaspar Adomal ( sumédico de cabecera); Arturo Alquízar y el enfermeroJesús Martí-nez.El 3 de diciembre, ante el cadáver, se le ofreció unamisa de "corpus insepultos", en la iglesia delcemente-rio de Santa Lastenia, en Santa Cruz deTenerife, ofrecida por el Círculo de Bellas Artes y elConservatorio de Música de Santa Cruz, en la que actuóla coral sacra del Círculo de la Amistad.El día 6, también ante los restos mortales, se lecantó una imponente misa en la iglesia de SantaBárbara, organizada por la Sociedad de Autores deEspaña. Oficiaron doce sacerdotes ante cuarenta y ochocan-delabros. Actuó la Orquesta Sinfónica de Madrid,con un coro de doscientas voces. El féretro estabaenvuelto en la bandera cubana. El acto fue presididopor grandes personalidades de la cultura española,como Calvo Sotelo, Moreno Torroba, Fernández Shaw,José María Pemán y toda la directiva de la Sociedad deAutores españoles.Aquella misma noche el cadáver de Lecuona -embalsamado con una técnica nueva que garantiza suefecto, por lo menos treinta y cinco años-, salió enviaje directo hacia Nueva York, en avión especial,acompañado por sus sobrinos. Allí fue tendido en lafuneraria Campbell. Durante todo el tiempo seescucharon tenuemente discos de buena música cubana ydel propio Lecuona, in-terpretada por él mismo.El 13 de diciembre los restos mortales fueroninhumados en el cementerio de Westchester, en elestado de Nueva York...ApendiceSI- OBRAS DE ERNESTO LECUONAA- OBRAS PARA PIANOTENDENCIA ESPAÑOLASuite AndalucíaCórdovaAndaluzaAlhambraGitaneríasGuadalquivirMalagueñaSan Francisco El GrandeAnte El EscorialZambra GitanaAragonesaGranadaValencia Mora Aragón VALS Si menor (Rococó) La bemol Apasionado Crisantemo Vals Azul Maravilloso Romántico
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